La Casa de las Olas es una vivienda de vacaciones en las Rías Bajas. Tiene unas vistas hermosas del mar y de un pinar comunitario. Se trata de una casa unifamiliar adosada de dos plantas y una planta entrelazada, construida en los años 70 en un estilo racionalista. Las propietarias eran tres hermanas que querían reformar el bungalow para poder compartirlo entre sus respectivas familias. La rehabilitación la llevé a cabo en colaboración con una de las hermanas.
La primera impresión era de oscuridad con las cortinas y las persianas echadas. Parecía que se vivía de espaldas al mar, no había ninguna vista y no había ninguna relación física con el exterior. El salón estaba pensado para ver la televisión y echar la siesta. Las paredes de la planta baja estaban revestidas con un entarimado oscuro con un barniz brillante. La primera acción fue abrir las persianas y de repente la luz entró a raudales. Había una vista panorámica sobrecogedora del mar y del pinar. Esta impresión marcó los objetivos para la reforma.
Las inspiraciones fueron la Casa Japonesa con la luz translúcida del papel y las puertas correderas, y las casas del arquitecto mejicano Luis Barragán con las ventanales con vistas idílicas.
En la rehabilitación la idea principal fue fortalecer la relación de la casa con el mar y con el pinar. Para lograrlo se colocó un ventanal enorme en el salón y se hizo un armario con un fondo de cristal ácido translúcido para permitir la entrada de luz en la cocina. Para dar continuidad a los espacios de la primera planta y la entreplanta, los suelos se pavimentaron con piezas hexagonales de barro cocido tanto en los espacios interiores como en las terrazas. En la planta baja se creó un espacio único con mucho fondo divisible en dos partes mediante puertas correderas de cristal translúcido. Por el lado de la calle entra una luz translúcido que da privacidad y por el lado del mar hay puertas correderas que se abren hacía la terraza bordeado de hortensias. La casa es muy abierta y se puede entrar por tres sitios. En el año 2001, cuando se ejecutó la obra resultó imposible encontrar un carpintero en la zona, y se tuvo que contratar a uno que vivía lejos en la Costa de la Muerte para hacer las carpinterías nuevas de madera.
La sensación resultante es de libertad y convivencia bañadas en luz, con la presencia constante del mar y del cielo siempre cambiantes y el espectáculo de los temporales. Los niños lo llaman la casa de todos. Se ve el amanecer en el mar y el sol se acuesta en la cocina cuando una luz dorada invade la casa. Se siente la calidez del barro cocido al pisar y se oye el sonido amortiguado de los pasos. Por la noche se escucha el ruido del mar en la planta baja por las puertas correderas entreabiertas y por la mañana el ruido de las gaviotas.
Rehabilitación
8th marzo 2016
Rehabilitaciones Paul van der Mel