La Casa Chunillas es una casa de pastor en un pueblo muy pequeño en el Pirineo aragonés. Conserva uno de los elementos más característicos de las casas tradicionales de montaña, una cadiera aragonesa, un hogar con una enorme chimenea troncocónica. La compramos en el año 2000, cuando llevaba ya más de siete años deshabitada. En un principio, la queríamos utilizar como segunda residencia, pero puesto que nuestras profesiones como arquitecto y traductora nos lo permitían, decidimos instalarnos en la casa de forma permanente con nuestras dos hijas pequeñas. Por lo tanto, en la vivienda hubo que incorporar también dos lugares de trabajo.
La primera impresión fue de desconcierto porque no tenía luz del día ni baño. Los espacios eran agobiantes y claustrofóbicos. La chimenea tenía una presencia impactante y llamaba la atención el hecho de que en las tres plantas había un desnivel entre la parte de delante y la parte de atrás.
Las inspiraciones para el espacio interior fueron el Bonnefantenmuseum en Maastricht de Aldo Rossi, los grabados de los espacios infinitos de las cárceles imaginarias de Piranesi, el paseo arquitectónico en la Villa Savoye de Le Corbusier y las casas diseñadas con el principio del Raumplan por el arquitecto austriaco Adolf Loos.
. En la rehabilitación los dos objetivos principales fueron conservar la chimenea con la cadiera e iluminar la casa. La chimenea me recordaba a la torre cilíndrica del Bonnefantenmuseum de Aldo Rossi y de repente vi la solución, aprovechar el hueco alrededor de la chimenea para construir un lucernario que daba paso a una luz cenital que iluminaba el interior. Se realizó una distribución diáfana con un solo espacio articulado que permite retirarse en diferentes lugares y realizar diferentes actividades. Las escaleras tienen mucho protagonismo, ya que los espacios se organizaron en el sentido vertical en torno al hogar ancestral y la chimenea, siguiendo una ruta ascendente hasta llegar a la lucana en la parte de atrás con unas vistas preciosas de la iglesia y del monte.
Se pudo mantener casi toda la estructura existente del edificio. En las intervenciones nuevas se utilizó sobre todo la madera, así que un carpintero llevó a cabo la mayor parte del trabajo. En el exterior, la casa conserva su aspecto original con apenas modificaciones.
La sensación resultante es la de un movimiento continuo, la invitación a iniciar un viaje ascendente en un espacio infinito, con la chimenea omnipresente bañada en la luz del día que invade la casa. Por la noche se puede ver la luna que ilumina la chimenea y la planta bajo cubierta.
Rehabilitaciones
8th marzo 2016
Rehabilitaciones Paul van der Mel